Eres demasiado buena para
esconderte Ale, nunca puedo encontrarte
…
Alejandra no regreso a su casa, la
estamos buscando, estoy muy preocupado por ella, Gabriel me llamo por teléfono
para ver como estábamos, ya que la familia de Alejandra no quiso responderle
nada, le conté lo que paso y se puso muy nervioso, me dijo que si la estaba
buscando, le conteste que la policía estaba en eso, me regaño, me recordó a mi
madre, se enojo conmigo, sus palabras siguen rebotando en mi cabeza.
-¡Si no la hubieses dejado sola!-
Y tiene razón, debí estar con
ella, con ellos como en los viejos tiempos, debí haberme quedado con ella, debí
haberla ayudado cuando cayó en el lodo, debí haberme quedado con ella cuando
bajo del autobús…
Corriendo salí a buscarla, las
calles estaban llenas de personas, la casa de Alejandra tenia policías y
ambulancias. Yo voy a encontrarla, cueste lo que cueste.
Recorriendo las calles del pueblo
busque donde se me ocurrió, pero no logre encontrarla, han pasado tres horas desde que comencé a
buscar, me estoy cansando, el último lugar donde la vieron fue la prepa, ire a
ver si la encuentro allí.
Recorriendo los pasillos de la
institución, había policías por algunos lados haciendo preguntas a los que
estaban cerca.
-¡Oye Chico!- pregunto uno de
ellos.
-¿Que ocurre señor?- Conteste.
-¿Has visto a esta chica?- me
enseño una foto de Alejandra.
Justo iba a contestar cuando el
radio del policía sonó.
-La encontramos, repórtate a la
sala de música-
-Correcto, voy para allá, cambio-
contestó.
Salió corriendo, y yo detrás de
él, tenía que verla, decirle lo que siempre había sentido por ella, abrazarla,
llevarla a casa, tal vez podríamos volver a comenzar, ser amigos de nuevo. O
tal vez…
El policía entro en la sala de
música, salió rápidamente de ella y me detuvo en el pasillo.
-No puedes pasar- dijo con una voz
seria.
-Pero señor, ella es mi amiga,
¿Cómo esta? ¿Está bien? Dígame por favor.- replique.
-Vete a casa chico.- dijo con
lúgubre voz.
-¡Alejandra!- grite, pero no hubo
respuesta – ¡Alejandra!- volví a hacerlo.
Paramédicos entraban y salían, al
final uno de ellos miro al policía y dijo.
-No se pudo hacer nada, intentamos
reanimarla pero no reacciono, hay que informar a la familia-entro en la sala de
música de nuevo.
Me quede helado, no sabía que
decir, el policía me hablaba, pero yo no podía escucharlo, solo lo veía mover
sus labios, abrí los ojos grandes, toque mi mejilla; estaba húmeda
-No es cierto, ese señor está mintiendo.
¡Alejandra! ¡Ale! ¡Ale!, ¡sal de tu escondite!, ya no juego Ale, ya no… eres
demasiado buena para esto, admito que me ganaste de nuevo, así que sal de una
vez – sollozaba entre lágrimas.
-¡Chico cálmate!- creí escuchar.
-¡Ale! Ven, ya no quiero jugar al
escondite, por favor, vamos a casa, hay que platicar, Gabriel está preocupado y
tu familia también- seguí murmurando.
-Siempre lloras porque te gano
Neto- escuche un leve susurro.
-Ale…
¿donde estas?-
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